martes, 16 de octubre de 2012

El daño que hacen las banderas

 

(Voy a ver si encuentro la palabra exacta, la palabra que incite a seguir leyendo. Quizá no deba ser una palabra, mejor una frase que, con fuerza nos meta en la narración. Podría ser un comienzo digno de premio, no tiene porqué ser un premio al mejor, puede ser al peor. Como aquel comienzo: “Era de noche y sin embargo llovía” uno de los peores comienzos de novelas de todos los tiempos. Veamos a ver si lo igualo)

Ahora como se acerca el frio (vamos bien) y necesito una gorra para tapar, no ya mi calva sino mi ancha frente, me acerco a una mercería de las de toda la vida en Badalona. Por esta época más o menos, toca cambiar el escaparate y previsoramente colocar los artículos de otoño-invierno (aunque debe estar empezando la primavera en el Corte Inglés). Voy escuchando la radio y como era presumible, la independencia de Catalunya lo tapa todo, al menos por estos lares. ¿La crisis? ¿la corrupción política? Por favor póngalas detrás der una cortina de independentismo, separe por colores a la gente que eso es muy primario, de hecho debe ser anterior al cerebro reptiliano. Dígales que la culpa de todo la tiene “el otro” el que no piensa como nosotros, dígales que si logramos convertirlos en nuestros peores enemigos todo nos irá mejor, mucho mejor y dígales que si necesita una gorra para el frio eligió mal el momento y el lugar porque esto es lo que encontrará:


1 comentario:

  1. Completamente de acuerdo. Al parecer, la distracción que provoca el independentismo va a eliminar incluso el frío del otoño y del invierno (un frío que no habla ni en catalán ni en castellano, indiferente a cualquier clase de fiscalidad). Pero lo peor es que, con o sin gorra nueva, la distracción no eliminará la ingenuidad del independentista de creer que una Catalunya independiente sería, como por arte de magia o ilusionismo, el paradigma de la justicia social, con bancos éticos y políticos honestos.

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